ser apasionado por la búsqueda,por encontrar el camino y hacer el
camino.El camino se encuentra
caminando”.Luis F.
IglesiasEste trabajo, aunque teórico, parte de una realidad
concreta, de las experiencias cotidianas de poco más de cinco años de labor como
docente en una pequeña Escuela Rural ubicada a 20 km. de El Soberbio, pueblo
situado aproximadamente a 230 kilómetros de la capital de la provincia de
Misiones, sobre la costa del río Uruguay, frente al país hermano de
Brasil.
Y es la continuidad de un
trabajo anterior de sistematización y reflexión acerca de la propia práctica que
he dado en llamar “Educación para las Primaveras, apuntes de una experiencia
pedagógica rural en proceso”.
Libro que ha seguido su propio camino, de
mano en mano, incluso trascendiendo las expectativas que yo hubiera tenido al
escribirlo, llegando a ser declarado de interés cultural y educativo por el
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación .
Y lo que es
mucho más importante, me consta que el relato de las experiencias
pedagógico-comunitarias que el mismo narra ha sido utilizado por muchos docentes
que se desempeñan en zonas rurales aisladas e, incluso, por otros profesionales
que trabajan en similares condiciones de contexto. Personas a las que les
resultó de utilidad como referencia para llevar adelante su propio trabajo en el
día a día.
Entonces, este nuevo libro surge para dar cuenta de la
continuidad del proceso que relata el anterior, actualizando y complementando
los análisis teóricos del contexto socio-económico y cultural en que se enmarca
nuestro trabajo educativo, y ampliando las propuestas pedagógicas mediante la
sistematización de los nuevos proyectos que han ido surgiendo al articular la
educación formal con propuestas fundadas en la pedagogía crítica y,
principalmente, la educación popular, a fin de brindar una experiencia escolar
de calidad para nuestros alumnos y alumnas, como así también para el conjunto de
la comunidad.
Así, retomando aquellas primeras sistematizaciones, vuelvo
a preguntarme: ¿Qué debe enseñar la Escuela Rural? ¿Qué debe enseñar a aquellos
niños y niñas que alternan su escolaridad con largas jornadas de trabajo, en una
estrategia de supervivencia que adoptan los grupos familiares de pequeños
productores a fin de obtener los recursos económicos que les permitan seguir
viviendo? ¿Qué futuro distinto puede brindarles a niños y niñas su paso por la
Escuela Rural, si una parte importante de los mismos no seguirá estudiando? ¿Qué
cosa diferente se puede hacer cuando es escasa la formación en oficios y la
secundaria más próxima está a varios kilómetros de distancia y, además, ofrece
una formación alejada del entorno del cual provienen los jóvenes de las zonas
rurales? ¿Cómo fomentar la cultura del trabajo, del valor del esfuerzo
individual y colectivo, frente al asistencialismo cada vez más fuerte del
Estado? ¿Qué postura tomar como docente comprometido frente a esta
realidad?
Interrogantes recurrentes y complejos, frente a los que es
necesario ponerse en guardia para evitar cualquier tentación de
sobre-simplificar el asunto.
Así, con el ánimo de ir buscando y
construyendo las respuestas que nos permitan ofrecer una educación integral que
posibilite hacer de esos chicos y chicas sujetos autónomos y críticos, capaces
de crecer y hacer crecer a su comunidad, centro el análisis principalmente en
tres ejes que, a mi entender, no pueden estar ausentes en una Escuela Rural: la
educación agraria, la enseñanza artística-cultural y la relativa a las artes y
oficios, a los que habría que sumarle la formación en salud comunitaria,
adecuándolos al contexto geográfico y socio-cultural en el cuál está inserta la
Escuela.
Carácter integral de la enseñanza a través del cual intentamos
ir rompiendo la dicotomía entre trabajo intelectual y trabajo manual, ya que la
actividad intelectual desligada del trabajo manual aliena y deshumaniza tanto
como el trabajo manual ajeno a todo pensamiento.
En este sentido, la
articulación didáctico-productiva que en este trabajo se propone se caracteriza
tanto por la idea de fomentar en los educandos el sentido de la solidaridad y la
cooperación, algo que ya en sí mismo resulta sumamente positivo y eminentemente
pedagógico, como por su decidido rechazo a la tradicional enseñanza memorista y
verbalista, bancaria al decir de P. Freire.
En síntesis, entiendo que,
aunque inacabada, la sistematización de la práctica y las vivencias que en este
nuevo libro narro son suficientes para dar cuenta, a modo de ejemplo, de algunos
momentos de la vida en la Escuela que pueden, de por sí, contribuir al análisis
y la discusión, en la búsqueda de nuevas praxis educativas, ya que “si no existe
la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo
eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por
ser simplemente un recuerdo” .
Por último, con la
esperanza de que este libro comience también a recorrer su propio camino y pueda
ser de utilidad para muchas personas que, reinventándolo, lo hagan propio,
quiero agradecer a la comunidad educativa en su conjunto y a los compañeros y
compañeras, amigos y amigas, que a modo personal o desde las diversas ONGs. e
instituciones públicas y privadas que vienen articulando solidariamente con
nuestra Escuela hacen posible que el Proyecto “Educación para las Primaveras”
pueda llevarse adelante.
Maestro Rural Martín CornellColonia Primavera, Misiones.Verano de 2011 / 2012