Frente de la Escuela Rural "Educación para las Primaveras".

martes, 5 de marzo de 2013

Capítulo 1: Caracterización de la Comunidad. Acerca de la vida de los pequeños productores y productoras de la provincia de Misiones.

“O que é agricultura familiar?
É aquele tipo de agricultura desenvolvida por agricultores e agricultoras propietários ou nâo de pequenas áreas, cujo trabalho é desenvolvido pela família. Na agricultura familiar o trabalho e a administraçâo da propiedade é feito pela própia família e a contrataçâo de assalariados é eventual. As relaçôes de cooperaçâo e organiçâo comunitária, normalmente, sâo mais intensas nesse tipo de agricultura. Outra característica da agricultura familiar é a diversificaçâo da produçâo, a grande capacidade de ocupaçâo de pessoas e de produçâo de alimentos”.

Volmir Ribeiro do Amaral

Alto Uruguay. El Soberbio, Misiones.

I. Ambiente de frontera 
Ambiente de frontera. Mistura.

“La identidad de la gente de frontera es la niebla”  . Detrás de la metáfora, la frase sintetiza con precisión el universo de cotidianidades, paisajes, usos y costumbres, rasgos culturales y creencias que caracteriza al conjunto de personas que vivimos donde, en términos geográficos y políticos, todo termina y todo empieza: la frontera.

Ambiente de frontera. Ambiente flexible. Ambiente en el cual, indudablemente, se fueron gestando rasgos sociales, económicos y culturales con identidad propia en la región del Alto Uruguay misionero y que hablan de una particular manera de ver, de escuchar, de hablar y hasta de sentir el mundo exterior.

Rasgos distintivos de una identidad propia de la región, que se manifiesta en las costumbres regionales, como las comidas, hablar portuñol o escuchar música brasileña: xote, bugio y vaneirâo.

Identidad y cultura propias que se han ido afianzando con el correr del tiempo . Y hay que entender que el término cultura implica cada uno de nuestros actos, formas de manifestarnos y de relacionarnos, abarcando al conjunto de conocimientos adquiridos, creencias y manifestaciones intelectuales y artísticas de una comunidad, elementos que surgen como respuesta de adaptación y desarrollo que el ser humano en sociedad da a sus problemas de subsistencia. Por lo tanto, forman parte de la cultura nuestra manera de hablar, de vestir, de bailar, de comer, de divertirnos, como así también nuestras creencias y saberes.

En este contexto transcurre la vida cotidiana de gran parte de los colonos misioneros, ¿brasileños? Qué más da…

De los hombres y mujeres campesinos. Hombres y mujeres humildes, llenos de una sabiduría que nace de su práctica cotidiana con la naturaleza. Cargados de hijos. Manos rudas, callosas, curtidas de trabajo en la tierra, con la que luchan día a día, de sol a sol, para ganarse el pan, sembrando la simiente, carpiendo en el rozado.

Habitan una tierra que a veces es suya. Una chacrita de unas 25 hectáreas, o menos. Y, en otras, ocupan un pedazo de suelo que no es suyo. Tierra fiscal o privada, de la que en ocasiones, y con mucha suerte, poseen un precario permiso de ocupación. Permiso que se renueva de tanto en tanto pero a la que dan vida con su sudor en el surco, detrás del arado.

En este sentido, Leopoldo J. Bartolomé, antropólogo investigador de la Universidad Nacional de Misiones, plantea que fue justamente este ambiente flexible de frontera el que “posibilitó la emergencia y subsistencia hasta nuestros días de un importante sector de pequeños productores, de origen multiétnico y multicultural, que consiguió el poblamiento efectivo de un territorio que parecía estar destinado al predominio del latifundio” .

En este último aspecto, debe tenerse en cuenta, también, que la región noreste de Misiones -que abarca los Departamentos de 25 de Mayo, Guaraní, San Pedro y Gral. Belgrano- presenta una doble condición de frontera: frontera política y frontera agraria.

II. Colonia Primavera
Misiones es una provincia en la cual el ritmo de la vida está orientado casi en su totalidad a la vida rural. En este sentido, se conoce a muchas zonas y parajes rurales con el término Colonia. Esto se debe a que es una provincia donde su sector agrario fue poblado fundamentalmente por colonos inmigrantes, y eso constituyó en la imagen popular la representación del colono como el trabajador rural minifundista por excelencia.

Nuestra Colonia y nuestra comunidad tienen una historia propia, reciente. Aquí la mayoría de los colonos fueron llegando a partir de la década de 1960, es decir, que es una Colonia joven con menos de 50 años , que se estructuró alrededor de un aserradero, primer asentamiento productivo de la región, lo que habla a las claras del carácter extractivo o minero de la economía provincial.

Los colonos y sus familias eran inmigrantes de origen europeo. En su mayoría: alemanes, polacos, ucranianos, checos, italianos, etc. La mayoría presentaban, además, un proceso de doble inmigración, ya que habían permanecido algún tiempo en un país vecino, como Paraguay o, especialmente, Brasil. Esto determina que la mayoría de la población tenga en su modo de hablar un portuñol más cercano al brasilero, con presencia de tonadas y palabras europeas, a lo que hay que sumarle los resabios del idioma guaraní, fuerte aún en la zona y presente en los nombres de plantas, animales y la topografía del lugar. Trajeron consigo también su cultura, costumbres, folclore y tradiciones.

Colonos que iban llegando en busca de una vida mejor; de un pedazo de tierra donde trabajar para ganarse el pan y darles una vida con mayores oportunidades a sus familias; de nuevas alternativas económicas, como la extracción de yerba mate silvestre y madera o la plantación de soja, tabaco y citronella .

En este sentido, Leopoldo J. Bartolomé plantea que “los colonos europeos que poblaron Misiones se encontraron con que, si bien su nueva tierra les ofrecía nuevos recursos, en especial la disponibilidad de tierra, también los confrontaba con problemas y desafíos ecológicos, tecnológicos y sociales desconocidos para ellos” y destaca la importancia que, en este sentido, han tenido y, en parte, continúan teniendo “la economía de reciprocidad y el papel del parentesco” para garantizar la subsistencia de los pequeños productores y productoras .

En general, el colono es un productor agrario minifundista, es decir, que desarrolla sus actividades en propiedades rurales de extensión reducida y que trabaja intensamente con mano de obra propia y familiar, utilizando al máximo los pequeños recursos de capital de que dispone. El tipo de trabajo que implementa es de carácter intensivo, con poco uso de máquinas y tecnologías modernas, y con costes de implementación esencialmente bajos. Bartolomé explica que “la gran eficacia que tiene el sistema de la pequeña producción familiar” ocurre, entre otras razones, porque el pequeño productor “recurre abundantemente a la autoexplotación de su fuerza de trabajo” .

Por último, aunque en la actualidad el común de la población sigue llamando colono a todo aquel trabajador rural que desarrolla sus actividades productivas en torno a una explotación pequeña o de mediana escala, comúnmente llamada chacra, en los ámbitos académicos se hace una diferenciación social entre colonos y ocupantes.

Siguiendo una vez más los análisis del Dr. Bartolomé: “Los colonos se relacionan con un modo de producción específico. No hay colonos si no hay un régimen de pequeña propiedad. Los colonos europeos recibieron, generalmente, lotes de 25 hectáreas y así constituyen la gran capa de productores, pequeños y medianos, que tiene la provincia” .

En cambio, la mayoría de los pequeños productores y productoras de El Soberbio ocupan un pedazo de suelo que no es suyo. Tierra fiscal o privada, de la que en ocasiones poseen un precario permiso de ocupación, que muchas veces se encuentra vencido. Este es el caso de la totalidad de las familias de nuestra comunidad educativa y casi la generalidad de lo que ocurre en la zona del Alto Uruguay o noreste de nuestra provincia, donde aún se presentan grandes conflictos e indefiniciones respecto al dominio de tierras, ya que una vez agota la disponibilidad de tierras fiscales aptas para el cultivo, la presión comenzó a ejercerse sobre las grandes propiedades privadas de la región.

En este sentido, el reclamo de la tierra para los agricultores y agricultoras se ha tornado, como veremos, una cuestión fundamental a la hora de debatir la cuestión agraria en Misiones. Así, reclaman que la posesión de hecho de las tierras se transforme en propiedad de derecho, lo que en consecuencia posibilitaría tener cierta seguridad para proyectar a futuro y favorecería la posibilidad de acceder a servicios públicos mejores que los existentes. A este respecto, plantea un dirigente del Movimiento Agrario de Misiones (MAM): “En El Soberbio el tema de la tierra constituye un foco de malestar y motivo de diversos enfrentamientos y algunos triunfos” .

Y debe tenerse en cuenta que el campesino, el pequeño productor, el obrajero, el peón sin tierra, da al acceso a la misma una valoración que excede en mucho lo puramente económico. La tierra significa la posibilidad de construir una familia. En ella se basa su seguridad, su estilo de vida, su forma de conectarse con el mundo, su manera de ganarse el pan.

III. Economía familiar y de subsistencia
Economía familiar y de subsistencia. Estructurada, fundamentalmente, en el trabajo del grupo familiar, que implica la participación de niños, niñas y adolescentes en las tareas agrícolas y domésticas de manera temprana, que organiza la producción a través del parentesco y la residencia, y que cuenta con una escasa mecanización y una importante producción para el autoconsumo.

En este sentido, el Foro Nacional de Agricultura Familiar define a la agricultura familiar de la siguiente manera: “Es un tipo de producción donde unidad doméstica y unidad productiva están físicamente integradas, la agricultura es la principal ocupación y fuente de ingreso del núcleo familiar, la familia aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige al auto-consumo y al mercado conjuntamente”  .

Así puede concluirse que:
UNIDAD DOMÉSTICA FAMILIAR = UNIDAD ECONÓMICA PRODUCTIVA

La unidad familiar es la forma predominante de trabajo productivo en la chacra, de lo que se desprende que la familia es el origen y la finalidad del desarrollo de la economía del pequeño productor. El producto se destina a satisfacer las necesidades básicas de la familia y lo que no se utiliza para el autoconsumo se utiliza para el intercambio o brique , o se intenta poner en el mercado, sin mucha planificación, obteniendo casi siempre precios bajos.

Como se dijo, poseen, cualquiera sea la forma jurídica, que de hecho muchas veces no es la propiedad, pequeñas unidades de tierra, con capital insuficiente y técnicas de producción anticuadas.

Algunos producen en relación con las empresas capitalistas y las agro-industrias, de las que terminan siendo asalariados disfrazados o terciarizados, como es el caso de los productores y productoras de tabaco. Además, éstas empresas suelen imponer ciertas normas de calidad en la producción, lo que comporta que los campesinos y campesinas que se vinculan con ellas tengan que tomar contacto con ciertos tipos de semillas e insumos, créditos, técnicos, etc., quedando condicionados a toda una serie de requisitos que implican también, de alguna manera, una perdida de control sobre su propia producción y la adopción de nuevas normas y patrones culturales de vida.

En este sentido, la difusión de los paquetes tecnológicos por las grandes empresas multinacionales está produciendo un cambio en las relaciones que los pequeños agricultores y agricultoras mantienen entre si y con el mercado. Se comienza a orientar cada vez más la producción hacia el mercado (venta) que la producción destinada al autoconsumo (subsistencia). Así también, palabras más cercanas a la lógica del capitalismo como competición, individualismo, desconfianza y ganancia están comenzando a ser parte de la vida de los pequeños productores y productoras en lugar del ayuntorio, la cooperación, la solidaridad y el trabajo comunitario hasta ayer practicadas y que, en parte, aún perduran en la vida de las familias.

Sólo algunos productos están orientados al mercado: yerba, madera y en nuestra zona, principalmente, tabaco. Productos casi siempre mal pagos y a los que los atan las deudas por los insumos: semillas, fertilizantes, insecticidas y demás elementos que las mismas empresas les adelantan para la producción. Y que traen aparejados problemas de salud y severos efectos en el medio-ambiente, debido a los venenos con que son pulverizadas las plantaciones . Pero, que les permiten obtener el único, o casi único, ingreso monetario para subsistir todo el año.

Esfuerzo que tan poco reditúa, pero que alcanza para seguir viviendo, para comprar las cosas básicas e indispensables para poder sobrevivir (sal, azúcar, fideos, arroz o alguna ropita), que complementa la ya mencionada economía de subsistencia.

Bueno, que a veces alcanza... Pero en otras ocasiones, cuando por alguna inclemencia del tiempo, sobreviene una mala cosecha, se ven obligados a hipotecar sus escasos bienes para poder continuar comprando los insumos para empezar una nueva producción.

Como se sabe, la producción de tabaco deja a los pequeños productores y productoras dentro de un círculo del cual es difícil salir. Al respecto, el productor José “Yuca” Olivera, quien vive y trabaja en una chacra ubicada en un Paraje llamado Puerto Paraíso, a 30 kilómetros aproximadamente de la localidad de El Soberbio y vecino de nuestra Colonia, recordó en una entrevista periodística lo siguiente: “Yo colono me anoto en una empresa tabacalera porque quiero plantar tabaco. Digo que voy a plantar una determinada cantidad de plantas y firmo un papel con la presencia de unos abogados. Allí mismo me dan los insumos para esa cantidad que quiero plantar: me dan las semillas, las bolsas de tierra, las bandejas, el abono, el veneno y todo lo que necesito para producir. A partir del momento en que me anoto puedo ir a cualquier comercio del centro de El Soberbio y tengo crédito para comprar en supermercados, carnicerías y demás comercios. Empiezo a retirar mercadería mientras cultivo, pero cuando entrego el tabaco, el dinero que me paga la empresa no me alcanza para saldar las cuentas del almacén y como no tengo más dinero necesito que me sigan dando crédito. Entonces para pagar mis deudas planto de nuevo y ahí empieza nuevamente el círculo. No te das una idea la cantidad de gente que está en este círculo vicioso y no puede salir. Muchos tienen que vender sus carros y bueyes para pagar sus cuentas. Lleva tanto tiempo cuidar el tabaco que no queda tiempo de hacer otra cosa” .

El mismo productor agregó: “Yo hice una cuenta por día de cuánto ganaba con el tabaco y casi me muero al darme cuenta que me estaba dejando un peso con cincuenta (…) Con un año de cuidados exclusivos saqué doce mil doscientos veintidós pesos, pero a eso hay que restarle la compra de los insumos para el cuidado que en el momento del contrato me los da la empresa tabacalera. Restando eso me quedan cinco mil y pico de ganancias en un año entero dedicado sólo al cuidado de esas plantas. A esos cinco mil pesos también debo restar el salario de los peones que trabajan en la chacra porque solo no puedo. Haciendo las cuentas me queda un peso con cincuenta por día por todo un año de trabajo” .

Datos quizás algo exagerados, pero que dan cuenta del círculo vicioso en el que suelen entrar los jóvenes de las familias campesinas de bajos recursos, quienes al independizarse no suelen tener un capital suficiente para iniciar una producción propia ni la capacidad de esperar amortizando inversiones a largo plazo, como pueden ser la yerba mate y el pino, por lo que se dedican al cultivo anual del tabaco. Y salir del círculo no es fácil, ya que la producción y el cuidado del tabaco lleva tanto tiempo que es casi imposible que los pequeños productores y productoras puedan pensar en producciones o actividades laborales alternativas.

Siguiendo con el análisis, puede decirse que este sector constituye una población extremadamente pobre, cuyas condiciones de vida en lo educativo, sanitario y habitacional son sumamente precarias , lo que explica en gran medida su renuencia ante las innovaciones, ya que las decisiones económicas pueden afectar seriamente la seguridad familiar.

Por lo tanto, prefieren quedarse en la supuesta seguridad que les brinda un tipo de producción ya conocido, en el que además la empresa le brinda los insumos y le asegura la compra, como es la plantación de tabaco, que orientarse hacia la diversificación productiva, ya que la misma implica un estudio de mercado, planificar la producción de manera escalonada para tener productos todo el año y una inversión inicial para la implementación de invernaderos, sistemas de riego y media sombra, etc., que los pequeños productores y productoras no están en condiciones de asumir de manera individual o familiar.

Economía de subsistencia. Ligada a la supervivencia. Ligada a la tierra. Que aún, en estos tiempos donde el sistema capitalista fomenta a los cuatro vientos un acérrimo individualismo, sigue practicando el amor comunitario. Donde la solidaridad y la cooperación son lo fundamental, debido, en gran medida, a la escasa integración que muchas veces el campesino tiene en el sistema, por su doble condición de marginal y marginado, en una zona geográfica y social explotada y al mismo tiempo abandonada.
 
Valores donde todavía lo puramente material no suelen ser lo más importante. Donde se rescata el contacto con la tierra, hoy tan saqueada. Vivir de lo que la naturaleza brinda, o se le pueda arrancar con el trabajo.

Y, es justamente esta ayuda mutua e intercambio, lo que le permite seguir viviendo dignamente, pese a tantas pobrezas materiales.

Por último, sobre la importancia de la agricultura familiar en nuestra provincia, vale decir que históricamente los pequeños y medianos productores y productoras rurales han sido y son los responsables de la mayoría de la producción agropecuaria de Misiones y del progreso de los pueblos y ciudades, que vibran, progresan y sufren las crisis al compás de lo que ocurre en las chacras.

IV. Proceso de modernización en el agro misionero
En nuestra provincia y, especialmente, en nuestra zona, caracterizada como frontera agraria, que presenta una incorporación más tardía del campesinado, se está produciendo un proceso de modernización del agro, por lo que puede observarse un proceso de dualidad o lucha en el seno de la economía campesina, que por un lado presenta una lógica anticapitalista de economía de subsistencia orientada al autoconsumo y alejada del mercado, mientras que por el otro se encuentra cada vez más sometida a la lógica del capitalismo y de la industrialización.

Desde el primer punto de vista, los campesinos y campesinas  “cuya producción está orientada hacia la subsistencia no se encuentran mayormente integrados y, por lo tanto, tampoco subordinados, a nivel de sistema económico, por lo que tienden más bien a constituir una masa marginal”  .

    Son los monocultivos, como el tabaco y el pino, y las grandes empresas que los impulsan las que están llevando adelante la segunda opción, luego de que los pequeños productores y productoras campesinos hubieran abierto con su esfuerzo el camino para la producción agrícola.

En este sentido, el progreso de Misiones ha sido el fruto en gran parte del esfuerzo y sacrificio de millares de familias rurales. Al respecto Leopoldo J. Bartolomé plantea que “no es casual que en muchos países se recurra a la promoción de formas espontáneas de colonización como el medio más barato y efectivo para ocupar espacios (…) proceso que, muchas veces, es seguido por la proletarización y reconversión de la producción en términos más estrictamente capitalistas, una vez que los pequeños productores han abierto el camino, y pagado el coste por ello” .

Así, estas empresas  tienden a volverse cada vez más dominantes, monopolizando tanto la esfera de la producción como de la circulación, imponiendo precios y produciendo un conjunto de transformaciones en las estructuras y relaciones socio-económicas de la agricultura que tienden, como se dijo, a profundizar el carácter capitalista del régimen de producción.

Es decir, que “el desarrollo de la agricultura moderna se expresa en la presencia de un grupo de empresas estrictamente capitalistas, a través de las cuales se expande el uso de capital y tecnología, mediante formas de contratación y renumeración de mano de obra que excluye todo el tiempo muerto en su utilización” , a través de la promoción de un conjunto satélite de explotaciones minifundistas, cuyo principal papel es el de posibilitar la reproducción de la mano de obra, sin costos para la empresa, durante los períodos menos intensos de la producción.

En otras palabras, lo que producen estas empresas es un proceso de terciarización, mediante el cual “comparten” las ganancias pero no las pérdidas, que quedan siempre del lado del pequeño productor o productora, a los que no conviene separar de la tierra, ya que “es mediante la preservación de un sector doméstico productor de alimentos (y de materias primas) como el imperialismo realiza y sobre todo perpetúa la acumulación primitiva” de capital .

Realidad donde la aparente contradicción entre la necesidad de mantener al campesino en la tierra y la precariedad legal de dicha tenencia no es sino la unidad dialéctica que permite la explotación de los pequeños agricultores y agricultoras.

Por otro lado, el proceso de modernización del agro va produciendo, al mismo tiempo, la descomposición de la agricultura tradicional o familiar, cuyo objetivo principal ha sido siempre garantizar la subsistencia del núcleo familiar a través de la producción para el autoconsumo, es decir, de productos de poca rentabilidad en el mercado pero de gran importancia en la dieta de las familias campesinas.

Proceso de descomposición que fue impulsado a partir de la década de 1950 en los países del cono sur del continente, en gran medida, por la llamada Revolución Verde. Y que implicó un profundo cambio para el sector agrario, mediante la incorporación de paquetes tecnológicos y el uso intensivo de agroquímicos, como herbicidas y fertilizantes, semillas híbridas y mecanización de la agricultura.

La Revolución Verde se llevó adelante justificando su accionar a través de la propaganda de que su aplicación iría a acabar con el hambre en el mundo. El hambre no terminó. Pero el proceso dejo sus consecuencias: la Revolución Verde trajo consigo una profunda modificación social, económica, cultural y tecnológica en la agricultura. Fue la gran responsable del éxodo rural hacia las ciudades, el aumento de la concentración de la tierra en cada vez menos manos, la destrucción de los recursos naturales, el aumento de los costos de producción, el cambio en los hábitos alimenticios y la reducción de la soberanía alimentaria.

En fin, la Revolución Verde produjo la perdida de autonomía y poder de decisión de las familias campesinas frente a los procesos productivos, lo que trajo aparejado que se hayan ido perdiendo muchos conocimientos que el pequeño productor o productora poseían. Sabiduría popular que el hombre y la mujer campesinos fueron adquiriendo de su práctica cotidiana, del contacto con la naturaleza, y que se había ido transmitiendo de generación en generación como parte fundamental de su cultura. Sabiduría popular que hoy, desde la Escuela, urge rescatar y revalorizar.

En nuestra zona la expansión de la agricultura comercial viene de la mano de la producción de tabaco, principalmente, burley, ya que es un cultivo característico de las Colonias nuevas porque requiere, preferentemente, tierras que no han sido cultivadas aún y porque es una producción anual. En este sentido, Misiones es hoy la principal productora del país con mas de 50 millones de kilogramos .

Las empresas tabacaleras empujan la concentración de la producción del tabaco en cada vez menos manos, a través de un proceso en el cual el precio por kilogramo que se le paga al productor o productora se mantiene medianamente estable mientras que, por el contrario, año a año van aumentando los precios relativos de los insumos que cobran las compañías, por lo que los campesinos y campesinas que producen en pequeña escala, como es el caso de la mayoría de las familias de nuestra región, suelen salir a perdida o empatados, o en el mejor de los casos con una pequeña cantidad de dinero, que según ellos se compensa con otros “beneficios”: la posibilidad de acceder a la obra social, jubilación y recibir cada tanto el retorno .

Se trata de una estrategia de las compañías tendiente a abaratar costos y con menos productores acopiar más. En este sentido, la presencia de medianos y grandes productores que plantan muchos miles de kilogramos contribuye a la obtención de mejores rendimientos ya que pueden afrontar los gastos de un mejor desarrollo tecnológico (Ej. Invernaderos para almácigos flotantes).

Por otro lado, hay que tener en cuenta, como ya se dijo, los efectos perjudiciales en la salud y en el medio-ambiente generados por la enorme cantidad de agrotóxicos que este tipo de producción emplea.

Por último, el tabaco conlleva el peligro de todo monocultivo para la estrategia de reproducción familiar: un solo cultivo como sostén de la familia rural, además del riesgo que tiene en caso de producirse alguna granizada, tormenta o baja repentina de precios, causa una dependencia total del pequeño productor o productora respecto a las compañías y genera un uso intensivo de la mano de obra familiar impidiendo a los agricultores y agricultoras de bajos recursos dedicar parte de su trabajo a la producción para el autoconsumo o la diversificación de la chacra.

Por ende, va llevado a que las familias reduzcan y descuiden la producción destinada al consumo alimenticio de sus propios integrantes, lo que era la característica esencial de la agricultura familiar, teniendo que comprar en el mercado lo que antes producían, entrando de esta forma en una lógica del capital a la que, debido a los bajos recursos, no pueden hacer frente en gran medida.

Así, puede observarse a colonos que vienen del pueblo, por ejemplo, con una cabeza de repollo o un manojo de cebollitas, algo que años atrás hubiera resultado inconcebible.

Según Borsotti, “todo ello ha redundado en las restricciones alimentarias que padecen gran parte del año los hogares y el deterioro de la situación nutricional de muchos pequeños productores” , que siguen fundamentalmente una dieta a base de harinas e hidratos de carbono (pan, chipa, reviro, fideos, arroz, azúcares, etc.), aunque en nuestra provincia esta situación se vea, en parte, reducida por el complemento que brindan las frutas de estación.

Proceso de descomposición en el que influyen también los medios masivos de comunicación, penetrando en el seno de la familia y la sociedad rural con una imagen urbana y una propaganda constante en post del consumo, y, en este sentido, es de discernimiento común afirmar que “la televisión puede más que la escuela”.

A lo que habría que sumar, los caminos y transportes que hacen más accesible para los pobladores rurales ese mundo de la ciudad que en épocas anteriores, aunque todavía sea una demanda constante de los colonos el contar con caminos en condiciones que les permitan acceder más fácilmente con sus productos al mercado.

Entonces, frente a este doble proceso de expansión de la agricultura moderna, que como se dijo lleva a la concentración de la producción y del capital  y a la proletarización del campesinado, y la simultanea descomposición de la agricultura familiar o tradicional, surge la pregunta: ¿Qué hacer desde la Escuela para ayudar al fortalecimiento de las familias campesinas en su medio, para evitar el éxodo de los jóvenes a las ciudades que, como se  sabe, al no poseer ni la instrucción ni los recursos suficientes, terminan engrosando los barrios periféricos para vivir, en el mejor de los casos, de changas o trabajo en negro, con puestos precarios (servicio doméstico y construcción) y una gran rotación entre la ocupación y la desocupación?

Interrogante complejo, al que trataré de dar respuesta a lo largo del libro. Pero, en una primera aproximación, puede decirse una vez más que lo importante es rescatar y revalorizar los saberes que nuestros alumnos y alumnas traen consigo, como así también, el de sus familias. Y fomentar en la teoría pero también en la práctica concreta la soberanía alimentaria mediante la diversificación productiva tanto en la Escuela como en las chacras de las familias de nuestros alumnos y alumnas, lo que ha dado lugar a proyectos como la Huerta Orgánica, la Cooperativa Agroecológica Escolar y el Taller de Educación Agraria, que nacieron con el objeto pedagógico de la articulación didáctico-productiva, por un lado, y con la aspiración de ir buscando las herramientas para lograr la sustentabilidad de las chacras asegurando el autoconsumo familiar y la elaboración de productos que permitan un ingreso de renta alternativo, por el otro.

Nuestros alumnos y alumnas nos dicen
“La chacra es donde nosotros plantamos alimentos para comer y a veces vender porque así no tenemos que comprar y gastar dinero y porque el alimento de nuestra chacra es más saludable y rico y también porque sabemos lo que estamos comiendo porque fuimos nosotros mismos los que plantamos”.

 “En la chacra es mejor vivir porque se pueden producir alimentos muy saludables y ricos para nosotros. Y que si estamos viviendo en la chacra vamos a tener que trabajar mucho pero vale la pena porque vamos a producir y tener alimentos cuando necesitemos y así vivir mejor”.

“Las ventajas de vivir en la chacra son que aquí podemos producir alimentos para comer y no tener que comprarlos y que en la chacra el aire y el agua son más limpios y que todo lo que plantamos crece, porque los alimentos son más ricos y saludables”.

“Es posible vivir en la chacra pero el gobierno tiene que mejorar mucho para mejorar las situaciones del colono, porque sin los colonos ellos no son nada, porque somos nosotros los que plantamos las cosas para que ellos vendan y ganen plata”.

“Es posible vivir acá, porque podemos producir nuestros alimentos, vivir bien criando los animales y trabajando para comprar las cosas necesarias. Lo que podemos hacer, es seguir trabajando, produciendo y criando para el sustento de la familia, en la comunidad podemos cooperar, ayudarse unos a los otros y estar siempre unidos”.

“Es posible seguir trabajando en la chacra porque podemos plantar alimentos y así no es preciso ir al negocio a comprar, porque podemos criar los animales y porque tenemos nuestras plantaciones en la chacra”.

“Mi mamá dijo que se puede ir mejorando la forma de vida de la familia y de la comunidad ayudándose y compartiendo juntos las cosas y seguir plantando los alimentos y criando los animales y ayudarse uno al otro”.

La chacra integral

La chacra integral
que puede sustentar
porque nos diversificamos.
Chacra integral
que puede sustentar
a todos los integrantes del grupo familiar
que en ella van a trabajar.
Chacra integral
que la calidad de vida
del pequeño agricultor
siempre puedes mejorar.

V. Trabajo infantil
Frente al proceso simultáneo descripto en los párrafos anteriores, es decir, la expansión del sector moderno en el agro y la descomposición y redefinición del sector tradicional de la agricultura familiar, las estrategias productivas de las familias rurales de bajos recursos son, principalmente, estrategias de supervivencia, en las cuales todos los miembros del núcleo familiar tienen un status y una tarea determinada que desempeñar, según sus categorías de edad y sexo.

De esta forma, la mujer, además de ayudar con la producción orientada al mercado, se ocupa generalmente de los trabajos domésticos, el cuidado de la huerta y la cría de animales de granja. Los hijos e hijas, desde corta edad ayudan en las tareas familiares, diferenciados por sexos. Los más grandes trabajan en el rozado.

En este sentido, los niños y niñas enfrentan desde corta edad sus tareas con seriedad y les molesta que se piense que están jugando cuando se encuentran cumpliendo algunas de las responsabilidades o servicios que se les han asignado. Desde pequeños cuidan animales domésticos, comienzan a desarrollar actividades en las labores agrícolas o de la chacra y ayudan a su madre en los quehaceres de la casa. Además, cuando los adultos se ausentan, asumen la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores, atender a los animales y, en la medida de lo posible, continuar asistiendo a la Escuela.

Así, al participar con sus padres van obteniendo a través de la práctica una educación informal que les brinda saberes importantes sobre la agricultura, la cría de animales y las tareas del hogar que les serán de gran utilidad cuando crezcan para su vida en la chacra.

Aquí llegamos a un punto en el cual hay que detenerse para hacer una diferenciación entre los términos trabajo infantil y explotación infantil.

En este sentido, la OIT plantea que “el trabajo infantil es aquel que daña la salud de los niños y menoscaba su educación, desarrollo y calidad de vida” y que, por lo tanto, “no todas las tareas realizadas por los niños deben considerarse trabajo infantil: ayudar a los padres en el hogar, colaborar en alguna actividad o negocio familiar, o realizar alguna tarea durante las vacaciones para tener dinero de bolsillo son actividades que pueden ser positivas para el desarrollo de niños y adolescentes y el bienestar de su familia” .

Así, si bien desde la Escuela condenamos y repudiamos la explotación infantil, que implica largas jornadas de trabajo que impiden que el niño o niña puedan dedicar parte importante de su tiempo a la recreación y a la formación; no estamos de acuerdo con la postura de que niños, niñas y jóvenes no deban trabajar.

Pero, entendemos que el trabajo que lleven adelante debe pensarse en términos de colaboración. Colaboración que muchas veces excede las concretas necesidades materiales; que es una forma de socialización, ya que es en el seno de la familia campesina donde los niños, niñas y adolescentes van adquiriendo los valores, creencias y pautas culturales de sus padres, y aprendiendo en la práctica el oficio de agricultor, incorporando de este modo las herramientas necesarias para en un futuro poder desenvolverse positivamente en la sociedad en la que están insertos.

En este sentido, durante el llamado proceso de socialización primaria, los padres van enseñando a sus hijos e hijas valores y todo lo que saben acerca de su trabajo con seriedad, paciencia y en forma deliberada, estimulándolos a participar en el trabajo y asignándoles diferentes tareas.

De esta manera, los niños y niñas al llegar a la Escuela traen consigo toda una suma de conocimientos que fueron incorporando desde su edad pre-escolar y que continuarán desarrollándose durante su permanencia en la Escuela de manera, más o menos, paralela a los conocimientos que irán adquiriendo también en ésta.

Está en la postura que asuma la institución escolar, en general, y cada docente, en particular, frente a este bagaje de conocimientos previos que los alumnos y alumnas traen consigo el disminuir o aumentar la distancia que existe en las Escuelas Rurales entre la cultura local y la cultura escolar, que tiene un origen predominantemente urbano.

Nuestros alumnos y alumnas nos dicen
“Teniendo una familia la persona es más feliz porque ella se desarrolla mejor aprendiendo todo lo que su familia le enseña, cosas útiles para la vida”.

“La familia no existe desde ahora, sino desde muchos años atrás. Formando una familia, sus hijos al nacer y al correr el tiempo van a ir aprendiendo las primeras cosas de su vida, que nosotros le enseñamos. Y también que en la familia están presentes la relación de amor, amistad, unión y ayuda mutua”.

“En mi familia plantamos y criamos vacas como sustento de vida, para comer o vender o intercambiar. Así tenemos más alimentos para comer. Trabajamos mucho para conseguir leña para cocinar o para hacer fuego cuando hace frío. Aquí nosotros tenemos mucha leña, casi nunca nos falta. Nosotros trabajamos y colaboramos unos con los otros porque así podremos tener un poco más para vivir más mejor. Colaboramos unos a los otros porque todos queremos y podemos vivir mejor, por eso trabajamos ayudándonos y así nuestra familia quedará muy bien y feliz”.

“Nosotros nos educamos así: vamos a la escuela pero también aprendemos cosas en nuestra casa que nos enseñan y también en la chacra aprendemos lo que nuestro papá nos dice que plantemos, también aprendemos ayudando a nuestra mamá cuidando los animales”.

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