Frente de la Escuela Rural "Educación para las Primaveras".

martes, 5 de marzo de 2013

La Escuela Rural y su contexto

“Estamos convencidos de que cualquier esfuerzo de Educación Popular debe tener un objetivo fundamental: posibilitar, a través de la problematización hombre-mundo, o del hombre en sus relaciones con el mundo y con los hombres, que profundicen su toma de conciencia de la realidad, en la cual y con la cual están”. Paulo Freire 

Introducción. Acerca de la importancia del proceso de concientización de la realidad


Toda acción educativa debe ir precedida de una concepción del ser humano, y partir de las situaciones concretas en la que los hombres y mujeres se encuentran insertos. No cabe, por ello, pensar en una educación abstracta y desconectada de la realidad, por una parte, o que no sepa hacia qué objetivos se dirige, por la otra.

Entonces, si queremos realizar un trabajo pedagógico que responda a las demandas concretas de nuestros alumnos y alumnas, como así también a las de la comunidad en la que la Escuela está inserta; si queremos brindar elementos que contribuyan a la formación integral de los educandos; si queremos como Escuela estar presente en la construcción de una vida mejor para todos y todas, debemos partir de conocer profundamente la realidad de la población de influencia de nuestra institución escolar.

Es decir, que como Escuela debemos partir de conocer las condiciones previas esenciales que originan o no la disponibilidad y la predisposición de nuestros alumnos y alumnas y de sus familias para la educación formal, como ser contar, entre otros bienes básicos, con un trabajo que genere ingresos dignos o la posibilidad de acceder a la salud, y poner todas nuestras herramientas al servicio de la comunidad para mantener, posibilitar y mejorar estas condiciones básicas de vida.

Por lo tanto, con el objeto de comprender de una manera más clara y minuciosa la realidad ambiental, socio-económica, cultural y educativa-sanitaria de las familias de la comunidad, que pude ir observando a partir del trabajo cotidiano con los niños y niñas en la Escuela y del contacto diario con sus padres, comenzaré el análisis caracterizando en este primera parte del libro a la Escuela Rural y su contexto.

Análisis que -como se desprende de los párrafos anteriores- surge de considerar la conveniencia de conocer profundamente la zona de influencia de nuestra institución escolar y saber a fondo, entre otras cosas: ¿Cuáles son las características de las familias de nuestros alumnos y alumnas, sus modos de vida, su situación económica? ¿Cuáles son las problemáticas y los aspectos positivos de la familia campesina? ¿Qué espera la población rural de la Escuela?

Datos de sumo interés para establecer un diagnóstico que nos permita encarar los diferentes proyectos pedagógico-comunitarios que desde la institución escolar se lleven adelante con mejores herramientas pensando en solucionar las posibles carencias y en revalorizar la cultura y los saberes de los habitantes de nuestras zonas rurales.

Diagnóstico con el que busco, entre otras cosas, comenzar a definir: ¿Quiénes somos? ¿Qué problemas tenemos? ¿Con qué recursos contamos? Con el que pretendo abarcar no sólo un único aspecto de la existencia, como ser: educación, salud, trabajo, familia, etc., sino realizar un análisis con una mirada más integral de todos los aspectos de la vida de la Colonia, que necesariamente están imbricados entre sí.

Análisis de cuyos resultados deben desprenderse las acciones a seguir desde la institución educativa a fin de encaminarse a superar el divorcio entre la Escuela y la vida, ya que, como plantea E. Ander-Egg: “No se trata sólo de que la vida ingrese en la escuela y de que la escuela prepare para la vida, sino de que la escuela, la educación toda, sea parte de la vida y no un momento en que la vida parece ponerse entre paréntesis” .

Por eso, creo que tanto en el análisis como en nuestro trabajo de educadores, debemos partir de respetar y valorar los rasgos culturales propios de la comunidad y ayudar a las personas a tomar conciencia de la situación en que se encuentran para que, a partir de conocer su propia realidad, puedan comenzar a buscar la manera de transformarla en algo cada vez mejor.

En este sentido, y siguiendo una vez más a P. Freire: “No hay que tener la ingenuidad de suponer que la educación, y sólo ella, decidirá los rumbos de la historia; pero sí puede ayudar a concientizar las contradicciones del mundo humano para volverlas más visibles y hacer insoportable la acomodación” .

Es decir, que una vez que se produce la toma de conciencia de la realidad no se debería mirar para otro lado, hay que dejar de ser indiferente y hacerse cargo de la responsabilidad que conlleva: comprometerse con el pueblo, aprender con él, analizar profundamente la realidad para transformarla.

De esta manera, la concientización no puede ser sólo teoría, implica necesariamente la práctica. La práctica cotidiana de la solidaridad y el amor al prójimo.

Pero, en este punto uno de los desafíos de la educación es: ¿Cómo hacer para que estas palabras tantas veces repetidas se transformen en práctica concreta? ¿Cómo hacer para que no exista una dicotomía entre lo que decimos y lo que hacemos, es decir, para ser cada vez más coherentes con nuestro propio discurso? La respuesta, por más pequeña que parezca, es “todos los días luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización” .

Resumiendo, puede decirse que la concientización como proceso representa el desarrollo del despertar de la conciencia crítica de las personas acerca de su propia realidad en relación a la de los demás y a la del medio-ambiente en que se encuentran insertas y que, por lo tanto, es necesariamente praxis, “es reflexión y acción de los hombres sobre el mundo para transformarlo” .

Desde este punto de vista, podemos definir el término concientización de la siguiente manera:
• La capacidad que el ser humano tiene de distanciarse de las cosas para hacerlas presentes objetivándolas , lo que implica comprender realista y correctamente la ubicación de uno, en la naturaleza y con la sociedad.
• La capacidad de analizar críticamente sus causas y sus consecuencias, y establecer comparaciones con otras situaciones y posibilidades.
• La puesta en práctica de una acción eficaz y transformadora.

De este modo, la educación es entendida como concientización cuando el educador o educadora tiende a buscar las herramientas que le permitan hacer que sus alumnos y alumnas logren interrogarse sobre su propia realidad para revelarla, desocultando lo que aparece oculto, descubriendo lo nuevo, analizando lo ya conocido de un modo cada vez más integral.

Recapitulando, a modo de síntesis y desde mi punto de ver, la Escuela debe:
• Conocer las condiciones previas que originan o no la disponibilidad y predisposición para la educación.
• Valorar los rasgos culturales y saberes propios de la comunidad.
• Concientizar y preparar a sus alumnos y alumnas para ser sujetos capaces de transformar la propia realidad, es decir, ser sujetos de su propia historia.

1 comentario:

  1. Interesante propuesta para ligar la Educación a la vida cotidiana, formando personas íntegras: científicamente y también en valores humanos para poder ser agentes de cambio de la sociedad.

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